Había decidido cortarlo, le traía demasiados recuerdos.
Había crecido a su sombra, en su tronco tenía las iniciales de sus amores, que ascendían en la medida en que su cuerpo se estiraba: amor de infancia, amor de adolescencia,
amor adulto, aquel oculto amor imposible... no había por qué almacenar tantas
remembranzas, era hora de borrar el pasado y vivir más el presente.
Llegaron los de la poda y comenzó el lento proceso de derribarlo, el camión esperaba para llevarse los fragmentos.
Escuchó el sonido de la sierra,
impávida, mas cuando lo vio caer, algo le hizo correr a su encuentro,
arrodillarse y contemplarlo, ajeno a partir de ahora del viento y la llovizna,
de lunas y de soles...
Habló entonces por milagro el árbol, mostrándole su pecho herido de
iniciales:
Página enviada por Marié Rojas Tamayo
(3 de septiembre del 2008)